La familia es la clave

    La familia, ese grupo de personas que te ha dado la vida y han estado pendiente de ti a cada momento. Los primeros tres años de mi vida los pasé viviendo con mi abuela materna porque mis padres trabajaban, hasta que nació mi hermano, Alejandro, entonces nos mudamos a una casa construida sobre un solar perteneciente a mi abuelo paterno y sobre el que se asientan además la casa de dos hermanos de mi padre, por lo que soy vecino de gran parte de mi familia, y al vivir en un pueblo pequeño, los demás están cerca también.

    Me siento muy afortunado de la familia que tengo, al vivir en un pueblo andaluz, que por lo que más se caracteriza es porque casi todos los habitantes viven de la tierra. Las parcelas donde están las tierras se caracterizan por tener un cortijo (una habitación con cocina y chimenea por lo general), una alberca (que sirve para regar el sembrao aunque han terminado transformándose en piscinas) y la extensión de tierra.

    Todos los domingos nos reuníamos toda la familia en el cortijo para pasar el día y comer todos juntos el famoso arroz de mi abuela paterna, que a cada domingo salía más bueno. Luego, los padres se reunían a la sombra de la pérgola a tomar café mientras los jóvenes no íbamos a jugar al campo y a la piscina.

    Esto, poco a poco ha ido desapareciendo hasta que únicamente nos reunimos el 25 de diciembre y cada dos años. Pienso que esto ha sucedido conforme nos hemos ido haciendo mayores y me da pena por los primos que vienen detrás y que aún son pequeños porque esos domingos de cortijo no se me podrán olvidar jamás.

    Hace dos años mis padres decidieron separarse, esa noticia me llegó durante mi primer año aquí en la universidad. Lo primero que me pasó fue que me quedé en  blanco y luego empecé a buscarle alguna explicación a este suceso. Caí en la cuenta que durante estos últimos años había más discusiones en casa, cosa que no me había dado cuenta, creyendo que sería una época delicada.

    Primero sentí enfado, tengo amigos con padres separados y no era eso lo que quería para mi hermano, que ahora está pasando por una operación difícil y no es lo mejor. Luego comprendí que este cambio ha mejorado algo todo, mi madre se encuentra mejor anímicamente, al igual que mi padre y aunque vivimos en casas distintas, todos somos vecinos y sé que para cualquier cosa que nos haga falta a mí o a mi hermano, acudirán juntos como el primer día, porque aunque el vínculo que les unía a ellos se ha debilitado, el que les une a mi hermano y a mí no va a cambiar nunca.